La educación transforma tradiciones “machistas” en comunidades indígenas
A más de dos horas de la vida cotidiana educativa y cultural que se respira en el Área Metropolitana de Risaralda, más de 500 mujeres indígenas se educan para cambiar el rumbo de su cultura, la cual por siglos las ha limitado a la maternidad y oficios del hogar.
“Hace 10 años encontrar mujeres indígenas que supieran leer, escribir o con el bachillerato terminado era casi imposible, porque las comunidades consideraban que la mujer era solo para cuidar de sus hijos y de un esposo” relató Ángela María Maya, rectora de la institución educativa Dachi Dada Quera de la comunidad indígena de Kemberdé, devolviéndose una década en el tiempo, cuando por legitima pasión llegó al resguardo Gitó Dokabú con la misión de cosechar los frutos de la educación en un terreno, que hasta ese momento parecía infértil.
“Empezar el proceso de creación de la institución educativa, fue apostarle a que las mujeres indígenas se educaran, en el 2014, cuando iniciamos teníamos solo tres niñas matriculadas, hoy de los 1100 estudiantes, más de 500 son mujeres, entre ellas niñas, jóvenes y adultas” puntualizó con voz de victoria temprana, con la constancia, la disciplina y la fe que caracteriza a esta docente que sueña en grande.
En la actualidad, en este apartado lugar de la geografía risaraldense hay una niña indígena soltera que se encuentra finalizando su bachillerato y con perspectivas de ir a la universidad a estudiar una carrera profesional.
“Tal vez en nuestra cultura sea normal, pero en la comunidad indígena es un milagro, porque a los 12 o 13 años ya las están entregando para que tengan esposo o conformen una familia” un argumento difícil de creer en una época donde se habla con tanta propiedad de la equidad de género.
El llanto de los bebés, amamantarlos en clase y ver las aulas de clase convertidas en jardín infantil no es inconveniente para que los docentes de esta institución educativa continúen con la labor reivindicar el derecho a la educación en este grupo poblacional, doblemente vulnerado.
Las estudiantes, que en su mayoría son madres, en su espalda no siempre cargan con un morral con útiles escolares, diariamente llevan consigo un hijo y el sueño de cambiar el destino, que década tras década han tenido que repetir.
Y como si esto no fuera suficiente, de manera paralela, la profesora Ángela se impuso un reto adicional, el de alfabetizar a los adultos de esta comunidad.
En dicho proceso se destaca la participación de 140 mujeres que están aprendiendo a leer y escribir, y que se suman a las cerca de 100 que hacen parte de la escuela de liderazgo y formación en género “Empodérate” que llevó la secretaría de Mujer, Familia y Desarrollo Social de Risaralda, para impulsar el proyecto de artesanías y confección.
Por estas razones, por la dedicación desmedida, la entrega exagerada y el amor infinito, recientemente la profesora Ángela recibió de manos de la Administración Departamental y de la Asamblea, la distinción Mujer Risaralda en la categoría Estrella Educativa, un merecido reconocimiento, pero para ella es sobre todo una motivación para continuar apostándole a la educación como eje transformador.
