Una vendedora de la Lotería del Risaralda que inspira en el Mes de la Mujer por ser un milagro de vida.
Esperanza Pulido es una de las loteras que lleva en alto el nombre de la Lotería del Risaralda, con más de 30 años como vendedora. Aquí su historia de vida.
Cuántas veces pasas por el lado de alguien y no te imaginas todo lo que puede estar viviendo, lo que puede enseñarte y lo ejemplar que es. Historias como las de nuestra protagonistas encuentran en las acciones sociales de la Gobernación de Risaralda un aliento para hacer más llevadera una vida que no ha sido fácil.
Esperanza Pulido Rodríguez, una mujer ejemplar, quien por más de 30 años ha vendido la Lotería del Risaralda.
Vender lotería para Esperanza es una tradición: fue su madre quién inició, siguió su papá y también sus hermanos. “Mi mamá fue la que empezó, al momento de morir, siguió mi papá, mis hermanos y luego seguí yo, cuando me quedé fija en el año de 1994, lo recuerdo mucho porque ya me había casado y estaba esperando a mi primera hija”.
Esperanza es una mujer especial; quienes le hayan comprado lotería pueden identificarla como una mujer tranquila y atenta. Quienes la conocen más, sabrán que es apacible, a su vez líder y que es una mujer que tiene por prioridad a Dios y a su familia; Esperanza lleva 36 años de casada y es madre de 3 hijos.
Según ella, en esta labor de vender Lotería ser mujer ayuda mucho, ya que muchas veces las personas prefieren una mujer para comprarles la lotería: “porque la mujer es más organizada, la mentalidad de la mujer es más basada en la maternidad, por ejemplo, yo lo que me gano es para mis hijos, para mi hogar y para sacar la casita”, menciona esta representante de la Fuerza de Venta de la Lotería del Risaralda.
UNA HIJA DE DIOS
Sin duda, el carácter de Esperanza es el reflejo de una vida espiritual, en sus ojos se ven la satisfacción y la paz que trae el afirmar que es hija de Dios, aceptando la misión de ser una mujer trabajadora y encargada de su hogar y lo que esto conlleva en su día a día.
“Yo soy una hija de Dios muy comprometida, me despierto muy temprano, tipo 5:00 am, hago oración, el desayuno, el almuerzo, la comida es fundamental porque mis hijos estudian y trabajan, entonces hay que empacarles, estoy pendiente de todas las cosas de la casa, y corro para el trabajo, a las 8:00 de la mañana estoy llegando a la catedral y ya luego me quedo hasta las 6:00 de la tarde en el punto de venta; después de cerrar me voy para la comunidad a compartir con unos hermanos dónde encuentro mucho apoyo y cobertura espiritual; allá me refuerzo en oración”, cuenta sobre su día a día.
UN MILAGRO
En ese diario vivir Dios es fundamental, aún en medio de las premuras del día y del obstáculo, él es el primer lugar, “Dios es mi todo, es mi padre, por él respiro, por él aún estoy aquí; he visto los grandes milagros del Señor en mi vida, en todas las áreas, aún las que no son favorables”.
“Tuve dos trasplantes de riñón, presenté preeclampsia severa cuando tenía 13 semanas de embarazo del hijo menor, mi hijo nació de 24 semanas, supuestamente no viviría y acá seguimos los dos”, cuenta Esperanza, de lo que ha sido el mayor milagro que ha recibido de Dios.
A raíz de este suceso, Esperanza tuvo un deterioro en su salud que la llevó a necesitar un trasplante de riñón. “Es Dios el que obra en mi vida, conocí personas que llevan 12 años o más esperando un riñón, otros no alcanzaron a tenerlo y yo pude tenerlo a tiempo”.
Y aunque en el trasplante le fue muy bien, quedó con un catéter que debía ser retirado. “Durante la cirugía para retirarlo, me reventaron venas, arterias, el riñón que había sido trasplantado, eso me llevó a cuidados intensivos, me llevaron en avión ambulancia a Bogotá, llegué en un estado muy crítico, le dijeron a mi esposo que había sido justo a tiempo”.
Fueron días difíciles; “me reimplantaron el riñón, duré ocho meses hospitalizada en Bogotá y quedé con unos aparatos pegados a la pierna”.
SU VIDA Y LA LOTERÍA
Aunque su estilo de vida cambió y su calidad de vida disminuyó, la petición de Esperanza era quedar bien, ser restaurada por el Señor, nunca tuvo rencor hacia la persona que ejecutó mal el procedimiento médico, cuenta que antes rezaba por él.
El primer mega trasplante que se hizo en Bogotá fue en el año 2014 y fue a Esperanza; entró al quirófano las 6:00 a. m. y salió a las 9:00 p. m., también duró 8 meses en hospitalización. “Todos los días le doy gracias a Dios por la niña que me donó el riñón, por el especialista que me intervino, por todo, porque todo fue un milagro”, recuerda Esperanza, así tal cual como su nombre… llena de esperanza.
A causa del trasplante quedó media para el mundo empresarial, porque además Esperanza es profesional de Administración de Empresas, entonces vio en la Lotería la oportunidad perfecta para laborar.
“Durante la enfermedad, mi hermano estuvo a cargo del negocio, yo lo retomé y como todo es en el tiempo del Señor, mi hermano consiguió trabajo y yo otra vez quedé acá, aunque tengo que asolearme y mojarme, acá sigo con mucha gratitud por la lotería y con la posibilidad de terminar de cumplir con mis responsabilidades”, cuenta Esperanza acerca de su rol como Lotera.
Y es que por la Lotería del Risaralda solo hay gratitud, ya que la lotería de los risaraldenses le ha dado mucho.
“Producto de la utilidad pagamos nuestra casa, tengo una hija que es publicista gracias a la Lotería; una hija que es contadora pública ¡gloria a Dios que pudimos pagarle el estudio!; mi hijo se gradúa también como médico, mi grado como administradora de empresas fue también por la utilidad que me dejó mi punto de venta”.
Esperanza seguirá con su carácter apacible pero firme, vendiendo la lotería, cumpliendo sus metas y siendo un actor relevante para las transferencias a la salud; para ella, un reconocimiento en este Mes de la Mujer.
