Mistrató: un municipio centenario en donde abunda la historia, la naturaleza y la tradición.
Crónica al municipio que acaba de cumplir 100 años. Un centenario festejado doblemente desde la Gobernación de Risaralda: en el marco de los 58 años de Risaralda, y en la fecha propiamente de su cumpleaños. ¡Felicitaciones, Mistrató!
El camino hacia Mistrató es un viaje por la geografía vibrante de Risaralda. Desde Pereira, la carretera se abre paso entre montañas y valles, dejando atrás La Virginia y Belén de Umbría.
Ese territorio de hombres y mujeres que cada día se ponen de pie para honrar el trabajo y así impulsar el desarrollo de Mistrató es uno de los 14 municipios de Risaralda, adonde ha llegado el progreso de la mano del gobernador Juan Diego Patiño Ochoa.
A medida que se avanza, el paisaje se transforma en una sinfonía de verdes: cafetales que tapizan las laderas, ríos que destellan bajo el sol y bosques que parecen susurrar historias antiguas. Tras recorrer 86 kilómetros, el viajero arriba a Mistrató, un pueblo asentado en un pequeño valle de la cordillera Occidental, donde la naturaleza impone su dominio con majestuosa exuberancia.
El nombre de Mistrató proviene de la palabra misitaradó, como los indígenas emberá llaman a esta tierra. En su lengua, misi significa «loras», tara, «muchas», y do, «río»; de ahí que su significado sea «río de muchas loras». No es solo un nombre, sino una evocación de su esencia: un territorio donde la naturaleza, el agua y la fauna conviven en armonía. Los emberá aún habitan la región, principalmente en el corregimiento de San Antonio del Chamí, preservando su cultura y cosmovisión en medio de la modernidad.
MEMORIAS DE UN PUEBLO FORJADO EN LA HISTORIA
La historia de Mistrató se remonta a tiempos precolombinos, cuando su territorio era hogar de los emberá, guardianes ancestrales de estas tierras. Su conexión con la naturaleza era sagrada, una herencia que aún late en sus costumbres y tradiciones. Con la llegada de los colonos antioqueños a finales del siglo XIX, comenzó un proceso de poblamiento que transformaría la región.
Sin embargo, las huellas de la presencia humana en Mistrató son mucho más antiguas. El historiador Alfredo Tobón señala que, en 1539, el lugarteniente de Jorge Robledo, Rubí Fernández Vásquez, fundó aquí un asentamiento llamado Guntras, nombre que siglos después cambiaría por Arrayanal en 1770. Pero según el investigador Víctor Zuluaga, en su obra Historia de la Comunidad Indígena Chamí, el sitio donde hoy se levanta Mistrató fue, a finales del siglo XVI, un enclave estratégico para la colonización. Desde allí partieron las expediciones “pacificadoras” de Miguel Dávila, Francisco Redondo y Hernando Benítez, que intentaron someter a las tribus de Guática, Andica, Tabuya y Opiramá, dejando una estela de violencia y resistencia.
Los indígenas, sin embargo, no estaban dispuestos a ceder sin luchar. Para frenar el avance de los conquistadores incendiaron el caserío, privándolos de un refugio en sus largas jornadas a través de la cordillera occidental. Arrayanal, que inicialmente pertenecía al Cauca y luego a la provincia de Toro en Caldas, pasó a ser corregimiento del municipio de Riosucio hasta 1925. Fue el 18 de marzo de ese año cuando la honorable Asamblea de Caldas lo elevó a la categoría de municipio, bautizándolo con el nombre de Mistrató. El primero de julio, Narciso Medina asumió como su primer alcalde, marcando el inicio de una nueva era para el pueblo.
UN PARAÍSO ENTRE MONTAÑAS
Hoy, Mistrató se despliega sobre 570,79 km² de geografía quebrada y diversa, extendiéndose desde los 550 hasta los 3.900 metros sobre el nivel del mar. Su territorio abarca un abanico de pisos térmicos, desde el cálido y húmedo valle hasta los páramos fríos y silenciosos donde el viento parece susurrar historias antiguas. A solo 87 kilómetros de Pereira, su riqueza natural es uno de sus mayores tesoros. Con el 70% de su superficie cubierta por bosques protegidos y surcada por ríos y quebradas de aguas cristalinas, Mistrató se erige como un santuario hídrico. Más de 500 especies de aves encuentran aquí su hogar, entre ellas la emblemática bangsia negra y oro, una joya alada que sobrevuela los cielos del municipio.
Pero la naturaleza aquí no solo se contempla, también se vive. En el occidente del pueblo, el Santuario Ecológico de Barcinal ofrece una gran ciénaga donde abundan la fauna y la flora, un espacio ideal para el avistamiento de aves. Desde allí, se inicia un circuito ecológico que recorre Barcinal, La Argentina, Arrayanal y Quebrada Arriba, conectando paisajes de impresionante biodiversidad.
MISTRATÓ RURAL URBANO: TESOROS, TRADICIÓN Y CULTURA
Al norte del municipio, la imponente Cascada del Sutú, con sus 80 metros de altura, se envuelve en un velo de niebla que la convierte en un espectáculo natural sobrecogedor. El recorrido hasta ella se embellece con caminos sembrados de flores y árboles nativos, ofreciendo una experiencia única a una hora de la zona urbana.
Otros tesoros naturales invitan a la aventura y al descanso. La vereda La María es un destino ideal para la pesca deportiva y las cabalgatas, con bellas cascadas y paisajes que parecen sacados de un cuadro. En la entrada al municipio, El Pinar del Río da la bienvenida con el impresionante Valle del Pinar, un escenario digno de recordar.
Para los amantes de la adrenalina, el Sendero Ecológico de la Estrella resguarda un ecosistema con especies nativas y dos majestuosas caídas de agua de 28 y 33 metros, donde se puede practicar rapel. Y en el Parque Natural Municipal Arrayanal, con sus 16 cascadas y su sendero bien trazado, el turismo de aventura cobra vida entre acantilados y ríos cristalinos.
El recorrido por Mistrató no estaría completo sin conocer sus principales atractivos urbanos. La ribera del río Risaralda ofrece un espacio de descanso y contemplación, mientras que el Parque del Amor, el Templo San José, el Mercado Campesino y el Cementerio Carlos Giraldo invitan a descubrir la historia y el día a día de sus habitantes. En el Parque Principal, el corazón del pueblo, se respira el alma de Mistrató: una comunidad que honra su pasado y construye su futuro.