Caso Frisby: ¿Copiar una marca de Pereira y pegar en Europa? Esta es la historia..
Una reflexión sobre lo legítimo, lo que nace del corazón y se construye con trabajo honesto.
En un mundo donde todo parece estar al alcance de un clic y las marcas pueden replicarse casi como si fueran copias de archivo, hoy más que nunca es urgente hablar de ética, legitimidad y memoria empresarial.
Lo que está ocurriendo con Frisby no es solo una disputa legal entre el «empresario innovador» que nunca pisó Colombia, pero quiso saborear su éxito y una marca colombiana de tradición que lleva casi 50 años trabajando a pulso. Es el reflejo de algo mucho más profundo: el valor de una historia construida con esfuerzo, sudor y amor desde Pereira, una ciudad que vio nacer y crecer lo que hoy conocemos como Frisby, una marca que forma parte de nuestra identidad cultural y gastronómica.
Frisby no es solo pollo. Es familia. Es tradición. Es ejemplo de emprendimiento auténtico. Es la muestra de que en Colombia también se pueden hacer cosas grandes, sostenibles y admirables sin necesidad de copiar, ni de aprovecharse del descuido o las lagunas legales de otros.
📌 Por eso, esta no es una simple invitación a comer pollo. Es un llamado a valorar lo que es nuestro, a defender las marcas que nacen con propósito, a no premiar el oportunismo disfrazado de estrategia empresarial.
Y si tú, que estás leyendo esto, alguna vez disfrutaste de un Frisby con tu familia, si creciste viendo su publicidad, si sentiste orgullo al ver cómo una marca local se posicionó a nivel nacional sin perder su esencia… entonces entiendes que esto también nos toca el alma.
🙌🏼 Hoy más que nunca, apoyar lo nuestro no es solo un acto de consumo: es un acto de resistencia ética, de sentido de pertenencia, de identidad.
Frisby no necesita defenderse solo. Tiene una ciudad, un país y una historia que lo respalda.
Porque lo legítimo no se copia, y nadie lo hace como Frisby lo hace.