El área metropolitana frente a Risaralda
Por : Juan Diego Patiño
Existe plena conciencia de que Colombia es un país centralista. Excesivamente centralista. Que los temas de descentralización y autonomía territorial se han quedado escritos en el papel. Bogotá es donde se toman las decisiones y punto. Y esto ha conducido a que se produzca un atraso en el desarrollo de muchas regiones.
En Risaralda hemos protestado en muchas ocasiones por la manera cómo nos trata el centralismo bogotano y el poco respeto que la burocracia central tiene hacia las decisiones que se toman territorialmente. Hemos abogado por más descentralización y por autonomía en el manejo de los recursos, pero todo ha resultado infructuoso.
Lo paradójico, sin embargo, es que al interior del departamento se presenta una situación similar a la que se vive a nivel nacional. Las decisiones importantes se toman en Pereira y los proyectos de desarrollo se concentran en el área metropolitana y eventualmente en Santa Rosa de Cabal.
Risaralda es un departamento administrativamente pequeño y la accesibilidad a los territorios más alejados se hace en muy poco tiempo. Pero a pesar de esto, los procesos de descentralización son insuficientes, la asistencia técnica especializada es escasa y la inversión pública no alcanza para superar sus problemas sociales y de infraestructura.
Es necesario, entonces, que se repiense la forma de relacionamiento de lo que aquí llamamos la provincia con los territorios metropolitanos. Los próximos gobiernos de Pereira, Dosquebradas y La Virginia, deberían concertar un plan de desarrollo metropolitano que apunte a formular alianzas con el resto de municipios, buscando desconcentrar actividades económicas y académicas, lo que ayudará, por ejemplo, a frenar el proceso migratorio.
Cada que una familia emigra de Belén de Umbría, Quinchía, Pueblo Rico o Apia hacia la zona metropolitana, el territorio receptor debe invertir más recursos en la oferta educativa y de salud, prever ampliación de cobertura de servicios públicos, seguridad e, incluso, ajustar los presupuestos para entregar subsidios.
Si las personas pueden tener mejores oportunidades para gestionar su desarrollo personal y familiar en entornos más próximos, podrán quedarse allí y no iniciar una aventura migratoria que en la mayoría de los casos sale mal.
Debe ser la Gobernación la que se encargue de coordinar todos estos esfuerzos de descentralización del desarrollo, donde no sólo estén las administraciones públicas, sino también los empresarios privados y los centros de educación superior.
Y como el ejemplo debe comenzar por casa, se requiere descentralizar muchas de las actividades del gobierno departamental, y que estas funcionen en los municipios y que quienes ejerzan las responsabilidades sean profesionales locales.
No podemos quejarnos del centralismo nacional, cuando territorialmente repetimos la misma fórmula excluyente.
*Diputado liberal a la Asamblea de Risaralda